Sabiduría Diaria 13.06.2019
(FOTO: LAURENCE FREEMAN, COREA)
De acuerdo a la tradición del desierto, de la acedia proviene la apatheia y luego viene el ágape. Si pasamos la acedia, llegamos a la apatheia - calma, paz, ecuanimidad. No es el suprimir sentimientos o pérdidas, tampoco que no tengamos sentimientos o estemos muertos emocionalmente, sino que nuestros sentimientos se vuelven más vivos, más nítidos, más coloridos que antes. Ahora están integrados, balanceados, en equilibrio. De este estado de apatheia surge el ágape, de este estado del amor, del amor no egoísta. Es en esta apatheia o esta paz del alma que comenzamos a ver la integración de los extremos dentro de nuestro interior. Desde allí nos volvemos plenos. No es que cortemos los extremos porque no nos gusten, sino que los integramos. Y mientras más separados los extremos que integramos, nos vamos convirtiendo en personas más completas, más plenas, más santas. Con esa integración vienen el balance y la moderación, conforme vamos integrando los extremos, vamos encontrando un centro más profundo y el espíritu de esta moderación produce profundidad y arraigo.
(The Ego On Our Spiritual Journey II, Meditatio Talks 2008 B, Laurence Freeman OSB)