Sabiduría Diaria 25.05.2019
(FOTO: LAURENCE FREEMAN, INGLATERRA)
Todas nuestras relaciones se relacionan con nuestra relación con Dios. El fruto de la oración se da en nuestra relación con los otros. Por eso es tan importante que no imaginemos nuestra relación con Dios como una relación separada, independiente. Porque cuando nuestras relaciones humanas fallan, decimos ‘No importa, tengo a Dios. Simplemente me refugiaré en El'. Ese es el reflejo de nuestro ego, pero nuestra relación con Dios no es en un lugar separado, lejos de todos con quienes trabajamos o vivimos a diario. Nuestra relación con Dios es la base de cada una de las relaciones que tenemos. Y por lo tanto prestar atención a esa relación básica de nuestra vida con Dios, que es lo que hacemos durante nuestra oración, es al mismo tiempo un tiempo de sanación, de transformación, de renovación de nuestras relaciones humanas. Solamente podremos experimentar el significado del perdón – perdonarnos a nosotros, perdonar a los que nos han lastimado, perdonar a los que nos decepcionan o traicionan – ejemplificado por Jesús en la cruz, si estamos en contacto con esa parte de nosotros que es real: nuestro verdadero yo.
( The Ego On Our Spiritual Journey II, Meditatio Talks 2008 B, Laurence Freeman OSB )