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Sabiduría Diaria


(FOTO: LAURENCE FREEMAN, ARGENTINA) En el siglo XVII el filósofo francés René Descartes buscaba algo que fuera absolutamente cierto en la existencia humana y que nunca pudiera ser sujeto a una decepción. (Quería una respuesta que fuera la verdad. ¿Y quién no?). Creyó que la había encontrado en el pensamiento mismo. Esto generó una idea de nuestro yo que ha dominado un cada vez más grande rango de nuestra vida personal y social desde entonces. Es esta idea de que ‘soy algo que piensa: una mente, una inteligencia, un intelecto. Pienso luego existo.’ Descartes quería demostrar la existencia de Dios pero de hecho reforzó una dirección en la cultura occidental que fue socavando progresivamente la fe religiosa y aisló al Yo de otros ‘Yo’ pensantes y autónomos y aun de la naturaleza. Contrapunteó al cuerpo y la mente de maneras nuevas y dañinas. El sentido humano de nuestro Yo se volvió cada vez más cerebral y egocéntrico. Hoy en día, desde este puesto de observación del Yo, vemos un mundo que muestra esta idea con todas las consecuencias del aislamiento, la objetivación, la incorporeidad. Claro que hay consecuencias buenas también: antibióticos, mejor plomería, el correo electrónico (aunque algunos puedan no estar de acuerdo). Pero la acumulación y aceleración de las consecuencias negativas es nuestra crisis moderna. (Christian Meditation Newsletter, June 2005)


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