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Sabiduría Diaria 18.08.2018


(FOTO: LAURENCE FREEMAN, BERE ISLAND, IRLANDA) La oveja perdida, la mujer que pierde su moneda, el hijo pródigo. La pérdida rápidamente se ve seguida del encuentro y con el encuentro vienen la alegría, el gozo y la celebración con vecinos y amigos. El perder es necesario, aunque el encuentro nos muestra que lo que estaba perdido no lo estaba en realidad. Simplemente no estábamos donde estuvo todo el tiempo. La alegría que vemos descrita en las apariciones después de la resurrección es la de la gente que se da cuenta de esto. No le busques con los muertos, no está allí, está aquí: mira. Por cada nacimiento hay una muerte y por cada muerte un renacer – hasta el día de nuestra resurrección que trasciende este ciclo en una definitiva plenitud de ser. Entonces no necesitaremos renacer más pues hemos llegado al auto conocimiento en el fundamento mismo de nuestro ser, donde somos conocidos aun antes de existir. Nos hemos perdido a nosotros mismos totalmente y finalmente. Y nos encontramos de nuevo en Dios, en el campo más grande posible de relación, el amor universal. Entonces vemos que inclusive antes de ser visibles a nosotros mismos, estamos siendo amados. ‘Antes de la creación del mundo, fuimos escogidos en Cristo’ (Ef 1:4) (Christian Meditation Newsletter, June 2005)


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