Sabiduría Diaria 23.08.2017
(FOTO: LAURENCE FREEMAN, EEUU) Tal vez lo que ocurrió a través de los siglos fue que escuchamos el informe de lo que (una vez) había sido enterrado en el campo. Jesús se dedicó totalmente a decirnos que el Reino está dentro y entre nosotros, enterrado en un campo, creciendo como una semilla, descubierto en el reencuentro de lo que está tan dolorosamente perdido, sea una oveja, una moneda, un hijo o la propia vida. Luego, se publicaron importantes estudios de la tradición mística, los profesores sostuvieron sus teorías, los psicólogos lo explicaron, los teólogos lo advirtieron pero en forma creciente lo evitaron. Como el mismo Jesús, llegó a ser marginado. Se convirtió en una abstracción, una teoría, incluso un privilegio para religiosos célibes. Después, como ocurre cuando una parte es separada del todo, llegó a ser objeto de sospecha, incomprensión e incluso miedo. Se dividieron las dimensiones contemplativas, sacramentales, institucionales de la vida cristiana, que forman una totalidad. Los más importantes significados del descubrimiento del Reino en nosotros y entre nosotros – que es inmediato, que es una gracia incondicional que no puede interrumpirse y no una recompensa – todo lo que se refiere a él, que podría convertir un viaje desde el infierno a un día de gracia, casi todo lo que nos ayudaría a ser confiados durante la larga o corta caminata sobre el abismo humano – fue oscurecido o escondido. (A Letter from Laurence Freeman, 2014/04)