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Sabiduría Diaria 25.07.2017


(FOTO: LAURENCE FREEMAN, ITALIA) Conforme nos acostumbramos a un lugar silencioso y sus sonidos naturales, nos volvemos conscientes, dentro de la ausencia de ruido exterior, del nivel de nuestro propio ruido interior. No podemos culpar a los vecinos o al tráfico por ello. Este es el punto en que inicia el trabajo del silencio. Estamos tan acostumbrados a nuestro ruido interior que inconscientemente buscamos mantenerlo. Buscamos nueva información y estimulación para nuestros sentidos. La señal más obvia de esto es el cordón umbilical psíquico que hemos desarrollado con nuestros teléfonos móviles. Les prestamos atención de manera adictiva para buscar estímulo y distracción, para seguir consumiendo. Si no tenemos mensajes jugamos algo. Los sutiles espacios de silencio y soledad que existían antes, cuando caminábamos por la calle o esperábamos un autobús o ser atendidos en el dentista han sido engullidos por el daimon, nuestro otro yo que creemos encontrar en el teléfono. (A Letter from Laurence Freeman, 2017/02)


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