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Sabiduría Diaria 03.06.2017


(FOTO: LAURENCE FREEMAN, HONG KONG)

Los grandes filósofos-teólogos cristianos, como Máximo el confesor, del siglo séptimo, jugaron con la idea de unidad y multiplicidad. Para ellos, unidad, en el sentido más alto, era algo sin número. Para algunos pensadores, sin embargo, los números y la multiplicidad expresaban el estado del mundo en pecado, el colapso de la unidad original con Dios. La historia para ellos era simplemente un movimiento circular de la unidad a la multiplicidad y de regreso. Otros pensaban de manera más sutil y defendían con imaginación la multiplicidad en las cosas y encontraban belleza y gracia en ello. Estaba en la naturaleza del mundo ser diferente, individual, extraño y resistirse a la reducción a la uniformidad en que cada emperador y comandante militar insisten. Para los grandes pensadores sintéticos del cristianismo, como Máximo, la unidad de Dios es base y fundamento de la multiplicidad del mundo, que como cada uno de nosotros, está en un delicado equilibrio en el filo de la navaja entre ser pleno y ser parte de la plenitud.

(A Letter from Laurence Freeman, 2004/04)


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