Sabiduría Diaria 14.02.2017
(FOTO: LAURENCE FREEMAN, FRANCIA) Desde la infancia, en el mero principio de nuestra consciencia, sufrimos las ansiedades de la inseguridad. ¿Habrá suficiente pastel para el niño o tendrá suficiente atención materna? ¿Qué pasaría si…? Y entonces construimos hábitos y cosas para reforzar patrones que suelen ser más tenues que lo que nos gustaría admitir. La necesidad de seguridad se extiende desde el nivel físico hasta el nivel mental también, a través de la operación del ego trabajando en la jerarquía, en el refuerzo de las maneras aceptadas de pensar y comportarse y la vigilancia de la conformidad social. Más seguido de lo que sucede en el entorno laico, la religión crea substitutos para Dios. Resulta ser el profeta más seguido que el sacerdote quien nos recuerda esto. Sin embargo, en la oración, rompemos el anillo de seguridad y nos encontramos fuera, en la libertad de los hijos de Dios, libres para ser nosotros. Esta misma libertad que pensamos que queremos, puede volverse una fuente de ansiedad. Después de todo, existe una seguridad en los números y un cierto grado de predictibilidad en las rutinas. De nuevo, es el acto de equilibrar la vida como un sendero espiritual. Como prudentemente conocía San Benito, debemos dedicarnos a la conversión en igual medida que a la estabilidad. (Christian Meditation Newsletter 2007/01, Laurence Freeman)