Sabiduría Diaria 30.11.2016
En la visión cristiana, Jesús es el maestro interior: El secreto es éste, Cristo en (y entre) ustedes. (Col 1:27) esto es preeminentemente cierto en todo lo que se relaciona con la oración, liturgia, adoración y devoción religiosa. No podemos reducir la oración a petición o alabanza, a una obligación religiosa reglamentaria, a consolación, información o manipulación. Puede ser expresada de muchas maneras, en diferentes niveles de fe y madurez. Puede ser devocional, intelectual, social, litúrgica, sacramental, solitaria, dialogística, parlanchina, musical o en silencio. Puede ser maravillosa o parecer una crucifixión. De cualquier modo, la oración es participación, es el inicio de una unión sin límites de la persona humana con la experiencia del abba de Jesús en su adoración al Padre. Así, San Agustín dijo que Jesús es nuestro maestro de oración porque ora en nosotros, con nosotros y por nosotros. No oramos para informarle a Dios de lo que El, como Creador y Rector del Universo no sabe, o para convencerlo de que cambie su forma de pensar. La experiencia participativa es siempre la más creativa y transformadora – como descubren los nuevos maestros. La receptividad no es pasividad, aprenden, al ver la manera en que sus discípulos aprenden. (Teaching as a Christian Art and Ministry, Laurence Freeman OSB)